El BOE ha desmilitarizado el uso de palomas mensajeras. Perros, burros, elefantes, cerdos y delfines han sido empleados con fines bélicos. El Pentágono trabaja desde 2006 con ciberinsectos. El Ejecutivo socialista ha constreñido su tenencia, control y uso a la práctica deportiva. Los griegos ya se valían de ellas para dar razón de sus victorias o derrotas. Han sido consideradas las primeras fotógrafas aéreas y las primeras espías. El servicio de inteligencia británico contó durante años con una sección dedicada a las palomas mensajeras que enviaba a la resistencia y con otra de halcones que interceptaban las que llegaban desde el bando enemigo.
Carlos III regaló dos burros a George Washington. Sólo sobrevivió uno, pero el presidente estadounidense elogió el regalo del monarca español «por su valor y por la mano que lo enviaba». Los burros españoles se consideraban patrimonio y secreto militar por su capacidad de adaptación a cualquier hábitat, además de por ser los progenitores de los mulos, base de la artillería e intendencia de todos los ejércitos.
En plena Guerra Fría, soviéticos y estadounidenses entrenaron delfines para detectar los submarinos que cruzaban el telón de acero hacia uno u otro lado.
Ciberinsectos que puedan ser controlados de forma remota para detectar armamento y realizar transmisiones es sólo uno de los muchos proyectos que las Fuerzas Armadas de distintos países llevan a cabo en sus laboratorios, como en 2006 planteó el Pentágono de EE.UU. Se supone que los científicos insertarían los microchips en la fase de crisálida para evitar un posterior rechazo.
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